Esa mezcla de velocidad, recompensa y simplificación ha modificado cómo hablamos, y hasta cómo pensamos. Cuesta encontrar espacios donde la conversación no sea interrumpida por estímulos, donde escuchar tenga tanto valor como decir. Y sin eso pensar juntos se vuelve cada vez más difícil.
Esa mezcla de velocidad, recompensa y simplificación ha modificado cómo hablamos, y hasta cómo pensamos. Cuesta encontrar espacios donde la conversación no sea interrumpida por estímulos, donde escuchar tenga tanto valor como decir. Y sin eso pensar juntos se vuelve cada vez más difícil.