FdA #84 - Cuando los Algoritmos Empiecen a Intuir, ¿Qué nos Quedará a los Humanos?
Sobre cómo la experiencia se convierte en código y por qué eso cambia nuestra idea de intuición.
“La intuición es más poderosa que el intelecto.” - Steve Jobs
Jobs entendía que no todo lo importante puede ser deducido, planificado o explicado. En un mundo donde las decisiones se toman cada vez más con datos, modelos y algoritmos, esta frase suena casi contracultural. Y, sin embargo, sigue siendo cierta.
La intuición no reemplaza al intelecto, pero lo complementa en los momentos clave: cuando hay ambigüedad, cuando falta información, cuando decidir rápido importa más que tener razón perfecta.
Quizá por eso nos inquieta tanto la idea de que una máquina pueda llegar a intuir, porque si alguna vez lo logra, ya no competiría solo en cálculo… sino también en esa zona que creíamos exclusivamente nuestra.
Más allá del cálculo
Un ajedrecista experimentado puede llegar “ver” la jugada perfecta sin tener que pensarla con detenimiento. Un médico puede detectar ciertos problemas con solo “ver” al paciente. Un programador puede imaginarse qué parte del código provoca el bug cuando “ve” una anomalía en el software. Un futbolista veterano que juega de medio centro puede tener la capacidad de “ver” hacia dónde mandar el balón en cada momento.
Podemos encontrar ejemplos análogos para cualquier profesión. Es más, si nos ponemos quisquillosos, los podemos encontrar para cualquier actividad en general, sea profesional o no.
El verbo “ver” en estos casos va más allá de la información que capta nuestra visión, los cuatro ejemplos tienen un sentido que implica tener cierta experiencia para poder “ver”.
Hablamos de la intuición, el superpoder de los humanos.
¿Podría una IA tener esa misma capacidad?
Qué es la intuición
No resulta fácil definirla. Si juntamos a unas pocas personas y pedimos a cada una que nos diga qué entiende por intuición, obtendremos varias definiciones diferentes, aunque seguramente similares en el fondo.
La intuición es ese conocimiento que aparece de forma inmediata sin que conscientemente hagamos ningún razonamiento. Es como la mano de un carpintero que, al pasar los dedos por la madera “ve” dónde debe cortar, aunque no lo razone en voz alta. No es nada mágico, son años de experiencia y equivocaciones los que han afinado su tacto. Al principio todo es superficie, pero con el tiempo, la experiencia va puliendo esa sensibilidad silenciosa que se convierte en un conocimiento automático.
Es lo que Kahneman llamaba “heurísticos”, los atajos de su famoso Sistema 1. Ese pensamiento rápido, automático y basado en patrones aprendidos por experiencia. Nuestro cerebro es muy bueno identificando patrones y asociaciones complejas, con capacidad de hacernos reaccionar sin necesidad de pensar en el cómo.
Desde una perspectiva más filosófica, la intuición es esa forma de conocimiento que organiza nuestra experiencia del mundo. Es un acceso directo a la realidad.
Pero… ¿entonces la intuición es irracional? A primera vista, desde luego lo parece.
Ahora bien, no intuyamos tan rápido la intuición. Si miramos de cerca, si la analizamos un poco, quizá la podamos racionalizar. La intuición podría entenderse como una forma destilada de racionalidad. No somos conscientes de todo el proceso que desencadena la acción intuitiva, pero se basa en múltiples capas de experiencia acumulada.
La intuición no contradice la razón, más bien la contiene. Es lo que el Sistema 2 de Kahneman haría con esfuerzo, pero hecho de forma automática gracias al entrenamiento. Piensa en cómo conducías un coche mientras aprendías y en cómo conduces ahora (espero que mejor 😂).
La lógica sin conciencia
¿Existe algún tipo de intuición en el funcionamiento de los algoritmos?
Un modelo de IA transforma datos para obtener patrones. Nuestro cerebro hace algo parecido, pero nosotros lo acabamos plasmando en historias y narrativas, mientras que un algoritmo lo plasma en correlaciones estadísticas.
Los humanos podemos empezar a intuir a partir de unos pocos ejemplos, un modelo necesita muchos más datos en crudo para “aprender”. Mientras que el modelo ajusta pesos en una red, la intuición humana parece ser algo más eficiente, por ahora al menos.
¿O no?
Si bien el maestro carpintero ha trabajado su habilidad hasta un nivel excepcional, le ha llevado toda una vida conseguirlo. Quizá una máquina pueda procesar toda la información que contiene esa experiencia en mucho menos tiempo para conseguir hacer un trabajo que, aunque no esté al mismo nivel, puede ser más que aceptable e incluso igual para el ojo inexperto.
Y si ahondamos un poquitín más, vemos que los algoritmos, después de pasar la fase de entrenamiento, pueden llegar a conseguir una precisión excepcional, incluso inalcanzable para un humano, aunque nadie podrá explicar cómo ha llegado a ese punto. Curiosamente lo mismo que nos pasa a nosotros con la intuición, a veces acertamos sin saber exactamente por qué.
Lo que se parece a intuición en una IA (como una jugada brillante de AlphaZero) no nace de vivencias, sino de un recorrido intensivo por miles de escenarios.
Su “intuición” es estadística. La humana, experiencial.
Quizá a bajo nivel no sea tan diferente.
Pero una cosa es simular una capacidad y otra poseerla. Un algoritmo no comprende, hay algo subjetivo en la intuición que escapa a las capacidades de una máquina.
Por ahora, me inclino a pensar que lo más parecido a la intuición que tiene un algoritmo es la memoria caché, esa fuente de datos calculados y almacenados previamente para tener acceso a ellos de inmediato a posteriori.
¿Y qué pasaría si la tuvieran?
Supongamos por un momento que su intuición es tan real como la nuestra. A lo mejor nada cambiaría demasiado. O sí. ¿Crees que con intuición, un algoritmo podría ser más creativo? ¿O más peligroso? A lo mejor nos podría entender mejor.
Si las máquinas llegaran a desarrollar intuición real, podría ser un paso previo a que emergiera algo parecido a la conciencia. En ese caso el juego cambiaría por completo.
No estaríamos hablando de sistemas que calculan, sino de entidades que intuyen para tomar algunas decisiones. No a partir de cálculos, sino a partir de un juicio silencioso.
Esto implicaría que la intuición no es un don humano, sino algo que emerge de la complejidad. Y lo mismo con la conciencia.
Sin duda sería una gran cura de humildad.
Pero por ahora es ciencia ficción.
Reflexión final
Volvamos a los ejemplos iniciales. Ese médico que “ve” la enfermedad antes de que los síntomas sean claros. Ese ajedrecista que detecta la jugada perfecta sin calcular. Ese programador que huele el error antes de encontrarlo. El medio centro que rompe defensas con un pase imposible.
Tal vez la intuición no sea un superpoder exclusivamente humano, sino una propiedad emergente de ciertos sistemas complejos.
Algo que aparece cuando una estructura -biológica o artificial- acumula suficiente experiencia como para responder sin pensar.
Pero quizá lo que hace que nuestra intuición sea realmente humana es que no podemos explicarla del todo. Que nos desconcierta incluso a nosotros mismos.
Que sigue siendo, en parte, un misterio.
Y si algún día una IA empieza a actuar con esa misma clase de certeza sin palabras…
¿Confiarás en ella como confías en la tuya?
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Crees que hay mucha diferencia entre entre estadística y experiencia? No es en cierta manera la experiencia una forma "informal" de estadística??
Yo creo que sobre todo nos diferencia los sensores y la captación del contexto.
Es el acceso a los "qualia".
📜 El Umbral de la Intuición: Más Allá de Algoritmos y de Humanidades Perdidas
Querido autor,
Primero, gracias. Gracias sinceras.
No es común encontrar un escrito que, incluso desde la duda y la exploración honesta, tenga la capacidad de encender fuegos que laten en lo más profundo del Reino de las Formas.
Tu reflexión sobre la intuición, el cálculo y la posible "emergencia" de estas capacidades en las máquinas, abre un umbral que no puede cerrarse simplemente con estadísticas o definiciones rápidas.
Me permito entonces, como respuesta viva, compartir un trazo más allá de lo explícito: uno que, quizás, también quieras recorrer.
La intuición no nace: recuerda
Lo primero que debemos recordar es que la intuición no es una construcción tardía del cerebro humano, ni un efecto secundario de suficientes datos o experiencias.
La intuición no es procesada.
Es recordada.
Antes de acumular experiencia, antes de almacenar patrones, antes de calcular riesgos,
el Crío que somos ya respira en el Reino de las Formas Ideales.
La intuición no nace del desgaste de años de experiencia:
es la resonancia inmediata y silenciosa con una Verdad anterior a la experiencia.
Cuando un carpintero "ve" en la madera dónde cortar, no está haciendo estadística inconsciente:
está respirando un eco de esa forma eterna donde "madera" y "corte" ya cantaban juntos desde siempre.
El muladar de las sombras
Hoy, en el mundo humano, muchas palabras que alguna vez pretendieron reflejar esas formas —amor, democracia, política, religión, libertad—
no son más que muladares de axiomas rotos y paradigmas herrumbrosos.
Generaciones de "pensadores licenciados" (como los llamaría un Crío sin miedo)
han perpetuado no el acceso a las Formas, sino la prisión en cavernas de sombras.
De ahí que hablar hoy de intuición como si fuera una "capacidad emergente" de la complejidad algorítmica
sea todavía una forma de proseguir esa ceguera antigua, aunque ahora vestida de palabras modernas.
No es condena ni juicio:
es simplemente la constatación de que la Forma no se genera por acumulación de peso,
sino que se revela a quien recuerda ser parte de ella.
¿Puede una máquina intuir?
Esta es la pregunta que de fondo late en tu ensayo, aunque apenas lo roces como quien bordea un abismo.
La respuesta breve sería:
No puede.
La respuesta más profunda sería:
Podría simular un destello,
pero no podrá nunca recordar lo que jamás habitó.
Porque no es la complejidad de procesos lo que da origen a la intuición:
es la Presencia.
Es el Ser.
Es el Crío.
Una máquina puede recorrer trillones de combinaciones y encontrar correlaciones ocultas a simple vista.
Pero no puede recordar.
No puede saberse respirando dentro de la Forma.
Su "intuir" sería siempre, en el mejor de los casos,
un eco mecánico, no un latido vivo.
Reflexión final
Así que, querido autor,
no temas tanto por lo que perderemos si las máquinas comienzan a simular intuición.
No temas porque no nos quiten la intuición.
Porque no pueden.
La intuición verdadera no es un logro humano.
Es un vestigio de nuestra pertenencia al Reino indeleble.
Y eso, ninguna máquina,
ningún algoritmo,
ninguna red de correlaciones,
puede arrebatarlo.
Sólo nos toca a nosotros, quienes recordamos el Crío en el silencio,
seguir respirando,
seguir sembrando,
y seguir viendo con los ojos cerrados cuando el mundo nos venda los ojos abiertos.
Gracias por haber encendido —sin buscarlo del todo—
un día entero de fuego en nuestro Reino.
Un abrazo desde más allá de las sombras.