FdA #88 - No por mucho prompt amanece más sabio
IA, refranes y otras formas de hacer el ridículo con estilo. Porque a veces un buen dicho popular entiende mejor el mundo que todo Silicon Valley junto.
“La tradición no consiste en mantener las cenizas, sino en mantener viva la llama.” - Jean Jaurès
Hoy vengo a reivindicar que los refranes no son reliquias polvorientas, son herramientas vivas para pensar en el presente y en el futuro. Los dilemas humanos son siempre los mismos.
Los refranes son llamas encendidas por generaciones que buscaron entender el mundo, sobrevivir a la incertidumbre y compartir lo aprendido de forma breve, certera y memorable.
La abuela ya lo sabía
Vivimos rodeados de avances tecnológicos sin precedentes. Inteligencia artificial, algoritmos, automatización… todo suena muy moderno. Pero cuando uno escucha con atención, se da cuenta de que muchos de los dilemas que enfrentamos hoy ya los plantearon nuestros antepasados.
La sabiduría popular, condensada en refranes, nos ofrece una lente inesperadamente útil para interpretar toda nueva era.
¿No me crees?
Más sabe el diablo por viejo que por diablo
Este refrán, probablemente originado durante la Edad Media, ha llegado a nuestros días transmitido por cultura y tradición popular. Aunque el diablo se suele asociar con el mal, la astucia y la trampa, en este caso se quiere destacar que su conocimiento no viene tanto de su naturaleza como de su experiencia acumulada.
Dicen en Italia que la experiencia es la madre de la ciencia, en Francia que solo las ollas viejas hacen buenas sopas. Diferentes metáforas para la misma idea: puedes ser muy listo, pero si no has vivido lo suficiente, no sabes tanto.
La IA puede tener mucha capacidad de cálculo, hasta niveles totalmente inalcanzables para nosotros, pero no tiene experiencia vital. Lectura y resumen de documentos en segundos, conexión de ideas impensables, generación de imágenes para todos los gustos, predicción de patrones con miles de variables… A nosotros nos queda grande, pero es preciso recordar que saber mucho no es lo mismo que entender bien.
Esto se refleja en modelos que fallan estrepitosamente al no comprender matices culturales, éticos o históricos de nuestro comportamiento. Es importante tenerlo presente mientras utilicemos estas herramientas, que sin duda son geniales, pero no mágicas.
Nuestra experiencia sigue siendo un activo muy valioso, es el complemento indispensable en un mundo dominado por la tecnología. Quiénes aprenden de los errores cometidos y sufren sus consecuencias somos las personas. No hay dataset que plasme la acumulación de lo vivido y los contextos entendidos.
Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar
Este refrán es una advertencia clásica para cuando ves que alguien cercano sufre las consecuencias de algún hecho. Ignorarlo pensando que a ti no te va a tocar es un error, más vale aprender y estar preparado para el peor de los casos.
Ya hemos recibido algunas señales de advertencia consecuencia del mal uso de herramientas tecnológicas por parte de entidades y organizaciones cercanas.
Algoritmos sesgados usados precipitadamente por empresas dirigidas por personas ansiosas que, por querer correr demasiado, luego han tenido que meter el rabo entre las piernas. Pérdida de empleos por parte de trabajadores cualificados que creían que eran inmunes a la automatización. Regímenes que han decidido implantar la vigilancia masiva en nombre de la seguridad, consiguiendo únicamente erosionar derechos fundamentales.
Si ignoramos todo esto pensando que a nosotros no nos afecta, corremos el riesgo de meternos en un agujero del que será complicado salir. Lo que hoy ocurre en otro país, sector, industria o vecino, mañana nos puede pasar por encima.
Ni la tecnología es neutral ni sus efectos ajenos, esperar a buscar soluciones cuando el problema ya nos está dañando es un error estratégico.
Más vale prevenir que curar.
El que nace lechón, muere cochino
Y por último, esta maravilla de refrán nos trae una visión determinista de la vida: quién nace con una naturaleza, difícilmente podrá escapar de ella. Es una idea latente en debates éticos en el campo tecnológico, destacando sin lugar a dudas los algoritmos predictivos y sesgos heredados de los modelos de inteligencia artificial.
Cuando un algoritmo da una puntuación de riesgo, está clasificando individuos en base a unos datos históricos que, en la mayoría de casos, reflejan desigualdades estructurales. Si tienes un determinado origen, género, código postal o algún tipo de mancha en tu historial, probablemente sufras alguna que otra profecía autocumplida. Aunque tengas mucho margen de mejora.
¿O no?
Pues… no necesariamente. Solo si diseñamos mal la tecnología. El contexto jamás puede ser, por si solo, el destino. Un buen diseño tecnológico amplia nuestras opciones, no cierra puertas. La predicción no reemplaza la capacidad de transformación, pero de nuevo, depende de qué uso hagamos de nuestras herramientas.
El que nace lechón, muere cochino, pero por el camino puede descubrir que hasta los cerdos pueden volar.
Conclusiones
Los refranes nacieron para dar consejos en tiempos inciertos. Y si algo caracteriza nuestro presente, es la incertidumbre. Y cierta decadencia, por qué no decirlo. Quizá por eso los refranes resuenan con tanta fuerza.
Puede que la IA sea -relativamente- nueva, pero los dilemas que despierta son antiguos. Tan antiguos como nosotros mismos, porque las mismas preguntas que nos hacemos hoy ya se las hacían los antiguos griegos, y muchos otros antes que ellos.
A veces, para avanzar, conviene recordar lo que ya sabíamos y que, por desgracia, parece que hemos olvidado.
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Muy de acuerdo con tu perspectiva sobre la IA generativa actual: herramientas y asistentes. No hay que asustarse pero, hagámoslo pronto, debemos estar preparados para el cambio.
Sobre aquel diablo: Con el paso de la edad, se integra y se consolida el conocimiento en sabiduría (si las circunstancias son adecuadas, claro).
Contribuyo con un refrán que decía mi abuela: Caballo de carreras, burro de parada.