FdA #87 - ¿Demasiados Frentes Abiertos? Quizás Tu Mente Lo Prefiere Así
Sobre cómo mantener tareas abiertas puede ayudarte a evitar el estancamiento y encontrar conexiones inesperadas.
"Las personas creativas tienden a hacer malabarismos muchas ideas. Algunas se acaban cayendo, pero otras evolucionan." - Mihaly Csikszentmihalyi
La creatividad no consiste en cerrar todo lo que se empieza, sino en dar espacio para que algunas ideas maduren mientras otras se sueltan sin culpa. No todos los proyectos necesitan un final, algunos solo vienen a empujarnos hacia otros mejores. La clave está en saber discernir cuáles merecen persistencia… y cuáles libertad.
Ser disperso también tiene ventajas
Inconstante. Procrastinador. Disperso. Volátil. Quitter. Empezalotodo. Terminanada.
Tenemos muchos adjetivos negativos para referirnos a personas que empiezan proyectos que, aparentemente, acaban dejando a medias, sin terminar.
¿Pero de verdad es malo dejar cosas sin terminar? En contra de lo que dicta el culto a la productividad, en su justa medida, eso puede ser muy bueno para tu cerebro.
El Efecto Zeigarnik
Hace aproximadamente un siglo, la psicóloga soviética Bluma Zeigarnik observó algo curioso mientras estaba en un bar: los camareros recordaban con mucho detalle los pedidos cuando entraban en curso, pero se olvidaban rápidamente una vez se servían.
Bluma se quedó intrigada y llevó a cabo algunos experimentos en laboratorio. Le pidió a los participantes que completaran algunas tareas simples, pero antes de que terminaran, mientras los sujetos estaban a medias, los interrumpía. Sus conclusiones fueron claras.
Las tareas inacabadas se recordaban el doble de bien que las completadas.
Hace falta matizar algo: eso de “el doble de bien” se cumplió en el primer experimento, pero evidentemente no siempre será así. Si no te gusta “el doble de bien”, lo puedes sustituir por “significativamente mejor”.
A este fenómeno se lo bautizó como efecto Zeigarnik y se ha replicado desde entonces en muchos contextos diferentes.
El caso es que esto ocurre porque cuando una tarea queda incompleta, el cerebro genera una especie de tensión cognitiva que nos impulsa a mantenerla activa en segundo plano, como si fuera un recordatorio automático para terminarla.
Por el contrario, cuando damos por terminada una tarea, el cerebro pasa página y queda archivada.
Este es un efecto que, bien usado, puede jugar a nuestro favor y servir de herramienta para mantenernos activos y creativos. Ahora bien, mal gestionado es un generador de ansiedad y carga mental excesiva.
Diversificación cognitiva 🪺🪺🪺
Seguro que has oído en multitud de ocasiones eso de “no meter todos los huevos en la misma cesta”, pues del mismo modo que eso es necesario en las inversiones monetarias, este principio también puede resultar muy útil en las inversiones cognitivas.
Tener varios proyectos abiertos, de forma saludable, te ayuda a evitar el estancamiento, a fomentar la creatividad cruzada y a mantener la mente alerta y flexible. Que nadie te diga que eres una persona dispersa, simplemente gestionas de forma estratégica el foco.
Además, es importante no concentrarse en un solo tema. En su lugar, es mejor mezclar distintas áreas o tipos de proyecto. Con ello mejora tu capacidad de retención y de crear conexiones entre temáticas diferentes.
Cuando tienes varios proyectos en la recámara puedes mantener el momentum cuando te estanques en uno de ellos. O aprovechar diferentes estados de ánimo o niveles de energía para dedicar esfuerzo a un lado o a otro de forma estratégica. Es ideal para dejar reposar unas ideas mientras aprovechas para centrarte en otras.
¿Dónde está el límite?
Solo tú puedes responder. Cada cual tiene su límite y toca evaluar los niveles de energía periódicamente. Unos proyectos requieren más atención y constancia que otros, algunos llenan más, otros pueden resultar más útiles.
Fíjate en la calidad de tu atención cuando les dedicas tiempo, si no consigues entrar en estado de flow seguramente sea una señal de saturación. Si te cuesta desconectar al final del día, o te despiertas por la noche pensando en algo relacionado con los huevos y sus respectivas cestas, también puede significar que estás abusando de tu coco.
Cuando un proyecto -o varios- quedan sin ninguna actividad durante semanas o meses, alerta. Si no sientes ilusión o motivación para volver a cada uno de ellos no es buena señal. La sensación de carga, pereza o culpabilidad por no terminar nada, tampoco.
Solo tú puedes saber cuándo toca abrir o cerrar movidas, pisar el acelerador o frenar.
¿Qué se considera un proyecto?
A bote pronto, se puede cometer el error de pensar que por “proyecto” solo cabe empezar una gran iniciativa como lanzar un negocio, escribir un libro o crear la app de tus sueños…
Eso son proyectos, sin duda, pero una lectura sobre un tema que no controlas, también. Aprender a tocar un instrumento, aunque solo sea durante 10 minutos al día, también. Lo mismo con aprender un idioma, hacer un voluntariado, incluso una lectura de ficción.
Un proyecto puede ser grande o pequeño, personal o laboral, ambicioso o simple, intelectual o lúdico. La diversidad es enorme, pero hay algunas cosas que sí tienen en común: existe un objetivo, se resuelve en múltiples pasos y exigen atención a lo largo del tiempo.
A veces, sin darnos cuenta, cargamos nuestra mente con decenas de pequeños frentes abiertos: cursos a medias, libros sin terminar, ideas anotadas, compromisos aplazados...
Todos suman en la ecuación mental. Por eso es importante identificarlos para decidir cuáles merecen seguir en la recámara y cuáles es mejor cerrar o aparcar.
En resumen
Dejar cosas sin terminar no siempre es un defecto. Según el Efecto Zeigarnik, mantener tareas abiertas puede activar nuestra mente y estimular la creatividad.
Tener varios proyectos en paralelo -de manera saludable- favorece la flexibilidad mental, la creatividad cruzada y ayuda a mantener el momentum cuando un frente se estanca.
Sin embargo, hay que encontrar el equilibrio. Demasiados proyectos abiertos pueden generar saturación, ansiedad y sensación de culpa. La clave está en escucharse: observar cuándo un proyecto energiza y cuándo drena. Saber cuándo es momento de avanzar, de dejar reposar... o de soltar.
En última instancia, solo uno mismo puede definir cuántas puertas es capaz de mantener abiertas sin que se conviertan en una carga.
Esto no va de ponerse en modo multitarea caótico. Se trata de cultivar la diversidad mental estratégica. Mantener varios proyectos paralelos, sin sobrecargarte, te permite mantener cierto nivel de creatividad, motivación y lucidez mental.
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La procrastinación y la dispersión me describen bastante bien. También tengo tendencia a tener demasiadas cosas abiertas, pero creo que he encontrado un buen equilibrio para forzarme a cerrar lo necesario para que el balance sea posible.
Me convence todo esto que cuentas hoy, me encaja como un guante.
Me convenciste. La dispersión no mata la creatividad, la carga cognitiva sin compuertas sí.
Uno de mis placeres culpables es perderme en los rabbit holes que a veces se abren entre tanto proyecto. El descenso es flow... aunque algunos acaban abruptos y solo te dejan tiempo perdido.
Ah, y ese “de forma saludable” es personal, lleva a cuestas mucha carga!